Ecuador une fuerzas con Agencias Reguladoras del continente para un óptimo control regional
Fecha de publicación: 08/10/2024
Una crónica desde Brasilia:
Fue una semana cálida en Brasilia cuando la Q.F. Diana Palacios, analista de Microbiología de la Dirección de Laboratorio; la Dra. Aura López, directora de Normativa, y el Dr. Jaime Cevallos, director de Perfil de Riesgos, como representantes de Arcsa, desembarcaron en el aeropuerto de la capital brasileña. Se respiraba el aire de la expectativa y la emoción mientras se acercaban al evento que marcaría un hito en la cooperación regional. La reunión exclusiva de Agencias Reguladoras Regionales no era simplemente un encuentro más. Para Ecuador, y para Arcsa, era una oportunidad de alzar la voz, de compartir sus avances y aprender de los mejores.
El salón de conferencias se iluminó con el fulgor de las delegaciones: Anvisa de Brasil, Anmat de Argentina, Cofepris de México, Digemid de Perú, y muchas otras entidades que, como Arcsa, llevaban consigo la responsabilidad de velar por la salud de millones de personas en sus respectivos países. Se sentía una energía de compromiso colectivo, una determinación palpable de hacer más y mejor por la región.
Durante tres días, del 24 al 26 de septiembre, el foro titulado “Perspectiva: Proyectos y Prioridades de las Autoridades Reguladoras de la Región” se transformó en un espacio de aprendizaje, colaboración y sueños compartidos. Uno de los temas centrales fue la implementación de Buenas Prácticas Reguladoras, una iniciativa que promete elevar los estándares de seguridad y calidad en todo el continente.
Mientras escuchaba a sus colegas de otros países, Aura López no pudo evitar sentir orgullo. «Estamos aquí», pensó, «representando a Ecuador en una mesa de iguales». Cuando llegó su turno, habló con la pasión de quien conoce profundamente su labor. Expuso los logros de Arcsa en la regulación de medicamentos y dispositivos médicos, destacando cómo Ecuador ha trabajado incansablemente por mejorar la salud de su gente. Cada palabra que pronunciaba resonaba en la sala, capturando la atención de los presentes.
«Ha sido una experiencia altamente fructífera», comentó López al final de su intervención, mientras los aplausos llenaban el auditorio. Su colega, Jaime Cevallos, añadió con convicción: «Logramos un valioso aprendizaje, que nos permitirá aprovechar las oportunidades para robustecer nuestro marco regulador. Queremos garantizar tratamientos avanzados y de calidad para nuestro país». Había en su voz una mezcla de satisfacción y esperanza, la certeza de que este encuentro era solo el comienzo de algo mucho más grande.
Las horas se sucedieron entre debates, acuerdos y nuevas amistades forjadas. La cooperación entre países no es tarea fácil, pero en este foro había un genuino deseo de fortalecer la región. El intercambio de experiencias sobre el uso del reliance y la evaluación de los sistemas por la Herramienta Global de Evaluación (GBT) de la OMS dejó en claro que juntos podían construir un sistema sanitario más sólido y eficaz.
Al caer la tarde del último día, los representantes de Arcsa fueron recibidos por Carlos Velástegui Calero, embajador de Ecuador en Brasil. En su acogedor despacho, rodeado de banderas de ambos países, los tres compartieron ideas sobre cómo consolidar esta alianza regional y aprovechar el impulso de esta reunión para abrir nuevas puertas comerciales y regulatorias. Había optimismo en el aire, la sensación de que las oportunidades eran infinitas si se mantenía el esfuerzo colectivo.
Mientras el sol se escondía tras el horizonte de Brasilia, Aura, Diana y Jaime, cansados pero satisfechos, tomaron un respiro. Sabían que regresaban a Ecuador con la cabeza llena de nuevas ideas, pero, sobre todo, con el corazón lleno de esperanza. Habían dado un paso crucial para asegurar que su país siguiera avanzando en materia de salud pública, y estaban seguros de que los frutos de este trabajo se verían pronto, no solo en Ecuador, sino en toda la región.
«Esto es solo el principio», se dijeron el uno al otro antes de partir de vuelta a casa, con la certeza de que habían dejado una huella en ese encuentro.